Silentio Mortem Dat

Dicen que no hay peor sordo que aquel que se niega  a escuchar… En mi familia podrán encontrar  entonces toda variedad de discapacidad voluntaria a la que algún ser humano se decida someter.

Mi padre siempre ha sido y será un hombre sobreprotector, a tal punto que jamás me deja salir a la calle sola, nunca tuve  un novio pues mi virtud es lo que según él me hacia valiosa. Mi historia comienza un año atrás, de hecho, lo que comienza es mi final; ya entenderán porque!  El año es  1906, mi familia, una de las más poderosas del norte de escocia  poseía  una vasta extensión de tierras entre las que se encontraban unas minas de estaño;  mi padre, un noble miembro de la cámara de los Lords por su estatus, no tenia suficiente tiempo para poder ver de todas sus propiedades  a la vez que atendía sus obligaciones para con la corona; razón por la cual nombro al hijo mayor de su mejor amigo como albacea de nuestras propiedades y para desempeñar dicha labor el lugar más apropiado parecía ser nuestra casa; Jhon Ashpherk, un hombre de edad media, tan culto como arrogante se pavoneaba todos los días  por el hall de la mansión y esperaba hasta que el ultimo de nosotros saliera de casa, esto, claro, con la intención de poder verme antes de  ir a la escuela,  con una mirada tan sucia como el Támesis, se despedía de mi dándome un beso baboso en la mejilla… Me resultaba desagradable, tanto, que se lo dije a papá buscando comprensión y una solución diplomática pero firme, en lugar de eso fui bruscamente  reprendida y me advirtió que fuese amable con el  señor Ashpherk. Para reparar el disgusto Papá me compro un auto y como no sabia manejar el sr. Ashpherk se ofreció a enseñarme, aun renuente, no tuve otra opción más que aceptar (aunque sabía que no seria una buena idea).

Nos subimos al coche, encendió el motor y nos alejamos rápidamente de casa, condujo dentro de los límites de nuestras propiedades y se detuvo en algún punto del bosque que era ajeno a mi conocimiento. Se bajo del auto y pidió amablemente que cambiáramos de lugares para iniciar con la instrucción; abrió mi puerta para que pudiese bajar y me acompaño hasta el asiento del conductor, ni bien agaché la cabeza para entrar en el auto, me empujo con violencia y caí  de cara contra la silla, acto seguido rasgo mi vestido por la parte de atrás, el terror  que me invadió no me permitió articular palabra, lo único que pude hacer  fue gritar con todas mis  fuerzas mientras ese bruto palpaba con sus grandes y rudas manos  mi vientre; mis lagrimas  brotaron efusivamente  cuando sentí  arder mi cuerpo en su interior y mi voz se quebraba con cada vez que su ingle golpeaba mis nalgas, dolía, dolía como no tienen idea, pero no tan solo era el dolor de  aquel acto de barbarie lo que me  hacia sentir miserable, sino el hecho se saber que nadie me iba a creer por lo que había pasado aquella tarde de  Abril, cuando de repente  la vi;  mi hermana menor a una distancia de unos 20 metros se ocultaba con recelo detrás de un árbol, no la llame para que Ashpherk no advirtiera su presencia y sentí una especie de feliciladad intima que se escondia tan profundo en mi interior como la agonia que me quemaba por dentro… Pense: “este cerdo no se saldra con la suya”…  Cuando termino, dejo escapar un largo gemido y al salir de mi vientre su calor también se escapaba en pequeñas gotas;  de la cajuela del coche saco un hermoso vestido blanco de seda fría y me lo dio de regalo de agradecimiento según él, y mientras me daba un beso en el hombro susurro algo así como “este será nuestro pequeño secreto”; sequé mis lagrimas con mis manos y regresamos a casa.

Esa misma noche le pedí a Tiara (mi hermana menor) y a mi padre que nos reuniéramos a solas en el despacho de la mansión y tras contarle a papá lo sucedido y mostrándole mi vestido rasgado y con sangre volcamos nuestra atención en Tiara quien sin dudas confirmaría todo lo que habia sido contado.

La niña de 8 años pálida como la blanca luz del sol  se quedo inmóvil en medio del recinto, atónita  ante la mirada inquisidora de sus dos familiares, me acerque a ella y le rogué que dijera la verdad, pero se quedo callada sumergida en un silencio sepulcral, un silencio que llevaría consigo hasta el ultimo de sus días.

Ante la evidencia presentada papá  enfurecido me llevo al hospital de la zona en donde confirmaron que ya no era una mujer casta, de regreso en la mansión, mi padre no hacia más que gritarme cuan decepcionado y avergonzado estaba al tener una prostituta por hija  y me ordeno ir con el sr. Ashpherk para pedirle de rodillas perdón  por lo que hice… en medio de mis lagrimas acepte tan absurda orden impartida por alguien a quien amaba, alguien en quien confiaba y que ese día me daba la espalda y me enviaba a la cueva del lobo;  con el pretexto de componer m i imagen para presentarme ante Ashpherk,  prepare un baño caliente y tras sumergirme en la bañera, hice dos cortes profundos en mis muñecas que rápidamente tiñeron de rojo las aguas en las que decidí ahogar mis penas intentando sacar a flote un poco de mi dignidad.Image

La ceguera de un hombre que no quiso ver ni oír por que la ética de nuestra época no admitía poner en cuestión la honra a un caballero, hizo de una dama una prostituta y dejo sin palabras a una niña que jamás volvió a hablar.

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Edgar Fabian Gil Amado

The sight behind the dark

Ps: este cuento lo escribi como parte de un trabajo para una materia llamada competencias comunicativas.

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DEVIUM

Sus dedos caen grácilmente sobre las teclas del piano como si fueran plumas y con cada caricia y con cada nota,una más dulce que la otra, ella hace que de mi corazón broten lágrimas de emoción, quizá de dolor… esa eterna melodía transforma todo a mi alrededor como el susurro sollozante de un ángel que pide perdón; sus labios tiemblan mientras se acerca y vestida como un bombón, abre sus ojos con una expresión tan cálida como la luz del sol.

Caminamos por un rato en una playa de arena negra bajo una brillante luna adornada con una tenue bruma que nos hacia recordar las frías tardes de noviembre en mi habitación… Se recostó contra mi pecho como si yo fuera su lecho, me abrazo como si nunca lo hubiera hecho y después me dijo… Adiós.

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black sand beach

 

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Edgar Fabian Gil Amado

The sight behind the dark

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