OSSA FRACTA

Tranquilo… ¡Suéltalo y ven conmigo!, vamos a comer y si te  portas bien te doy mi gelatina, ¿está bien?… es de limón… tu favorita.

Dominic, sabia que nada de lo que Aila le estaba proponiendo iba a ser posible; detrás de la hermosa pelirroja que le tendía su delicada mano adornada por una cicatriz en la muñeca, había alrededor de diez enfermeros listos para caerle encima a golpes pero, ¿Cómo decirle que no a esa sonrisa tan dulce como el pastel de frambuesa?, Dom, quien aún no creía que esta vez lo estaba haciendo por las buenas  puso el cuchillo sobre la mesa al mismo tiempo que cerraba los ojos, como alguien que espera recibir una bola de nieve en la cara.

Dos días después, Dominic, despertó en el hospital del asilo mental… se veía como yo  en los días de fiesta, bebía todo el fin de semana y al despertar el sabor a sangre y el olor a puta me daban la bienvenida al mundo de los vivos. Las bolitas de nieve no se midieron esta vez, en San Hilarión la hipótesis y la praxis era que la locura puede remplazarse por miedo y dolor, así que aprovecharon la oportunidad para darle un ejemplo a los recién llegados.

Dom- “Amigo, empiezo a creer que de verdad estoy loco”

Godfrey- “no mi amigo, no estás loco, son ellos los que se portan raro, es decir, ¿qué persona en sus cabales empieza a gritar como una niña atada y semi-desnuda cubierta de cucarachas en una carnicería abandonada cada vez que les muestras un cuchillo?; ten paciencia, no es momento de perder el control y menos cuando estamos tan cerca”.

Dom- “Creí que esta vez no la iba a contar”

Godfrey- “Aila y yo también creímos que no te volveríamos a ver otra vez”

Dom- “ ¿y Aila… dónde está?

Godfrey- “está en la pastoral con el cura, es ese día de la semana”

Verán, todos los que terminamos aquí tenemos casi la misma historia; por ejemplo, yo encontré a mi esposa con un comodoro de su majestad quien accidentalmente según me explicó perdió sus pantalones y se apoyaba en mi esposa intentando trepar a los fardos de heno para recuperarlos sin éxito y ¡eso que lo intento muchas veces!, lo que yo vi fue a un puto soldado tirándose a mi mujer y como él era el cuñado de la reina, gentilmente se ofreció a pagarme el tratamiento para  mi alcoholismo, Aila, era diferente en alguna forma a todos nosotros, ella era una niña de origen noble al igual que Dominic y yo, con la diferencia de que ella prefería tragarse su dolor con mocos y lagrimas de sobremesa. Todo cambió ese día cuando entró en el ala médica del hospital, pensamos que lo haría como visitante pero, entró como paciente con sangre en uno de sus labios y la ropa arrugada, evitó nuestras miradas y  sin más nos dijo que ese día no había querido orar.

¿Uno más uno da once, verdad?, ese día nos enteramos para quién, y no por qué Ella estaba en el psiquiátrico; una cosa es tener tus demonios y otra muy diferente es tener que sufrirlos a diario.

La hermandad de la oveja descarriada tendría que hacer algo al respecto y pronto, no importaba el precio, dijo Dominic, así que le rompí un brazo, he he he,  listo, ¡ya está! Le dije, como el pastor es el médico del hospital mental cuando te venga a curar te encargas de él…“¿cómo? Me preguntó, Sorpréndeme, le dije, y lo hizo.

painfull pleasure

x ray

Con el pastor de frente y su único brazo bueno atado, el dolor era lo único que ocupaba la mente de Dominic, eso y la idea de hacerle daño al maldito bastardo que lastimó a Aila y pensó… me duele el brazo y le tengo que causar dolor al pastor… ¿Uno más uno da once verdad?, Dom, tomó una gran bocanada de aire y con la fuerza que le quedaba, le enterró el hueso que le sobresalía del brazo por un lado de la muñeca al pastor en el cuello.

El día del carnero estaba cerca y lo único que le pedía al cielo si era que me escuchaba, era que éste incidente no nos arruinara los planes, la hermandad… no, todo san Hilarión seria libre a como diera lugar, o todo el hospital se transformaría en una carnicería…

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Edgar Fabian Gil Amado

The sight behind the dark

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